Halong Bay

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miércoles, 17 de diciembre de 2014

El PAI: día 2

Desayunamos para coger fuerzas. ¡Qué ricos están los batidos de frutas con yogur! Cogemos la moto y vamos a ver una cascada de las muchas que hay por los alrededores. En el camino al pasar con la moto por varias aldeas, las mujeres, algunas de avanzada edad, nos gritan si queremos marihuana . A la vuelta visita obligada al chinatown. Todo está muy nuevo que a veces da la sensación de que en este país todo está hecho por y para el turista. Quizás Tailandia haya perdido un poco su esencia debido al turismo en masa. ¡En el chinatown me encantó la noria de los Picapiedras! De vuelta a Pai devolvemos la moto y comemos (yo una ensalada tailandesa).

Ovidiu me dice adiós, él vuelve a Chiang Mai para continuar su viaje. Yo cogeré una hora más tarde el "bus" que me llevará a la fronteriza Mae Hong Son. Y digo "bus" porque ellos llaman bus local a una ranchera con asientos a los lados y abierta por detrás sin ninguna medida de seguridad. Durante el trayecto llegamos a estar 20 personas en la parte trasera, algunos hombres fueron de pie en la escalerilla que hay para subirse al "bus". Fuimos como sardinas en lata pero fue muy divertido. En la furgoneta iban unos franceses muy majos y una española que vive en India y se iba a pasar una semana de retiro espiritual. Antes de salir de Pai había comprado la biodramina y el viaje fue como la seda. Ni me enteré de las curvas durante las más de 3h de viaje.

Al llegar a Mae Hong Son me voy con los franceses al alojamiento que tienen reservado para ver si tienen camas libres pero son demasiado caras. Voy preguntando por varias GH hasta que encuentro una que se adapta a mi presupuesto diario para alojamiento (200 THB) unos 5€. No entiendo como en este pueblo tan poco turístico los precios están tan elevados.

Salgo al mercado que hay alrededor del Lago para cenar, es un mercado diminuto en comparación al gigantesto de Chiang Mai. Antes de las 22h00 ya estaba recogido. Como veo que hay poco que hacer en la ciudad decido irme al día siguiente después de visitar los templos. Voy a la estación de autobuses situada en el quinto coño a las afueras de la ciudad y pregunto los horarios para mañana. De vuelta al hostel me meto por una callejuela poco iluminada y tres perros me siguen ladrando como si no hubiera un mañana; me hago caquita en los pantalones. Hago parada en una tienda para comprar una cerveza y snacks para comer mientras veo "La que se avecina".

Fin de la jornada.

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